Es muy probable que de "Cien años de soledad" se escuchen dos opiniones completamente opuestas. Están los que dicen que es una obra insufrible... pesada; y al otro lado, los que dicen que es una obra magistral. Y allí estará uno... al medio de estas dos demoledoras y contrarias opiniones, hasta que se anime a entrar a Macondo y formar su propio concepto.
Debo confesar que nunca empecé un libro más estresada, predispuesta a la dificultad y hasta al aburrimiento, como lo hice con este. Pero ahí estaba yo, con la misma estoicidad que el coronel Aureliano Buendía ante el pelotón de fusilamiento. Así me enfrenté a las casi 500 páginas y todo un centenario creado por Gabriel García Márquez. Sin embargo, fue un viaje agradable, a momentos perturbador y a momentos asombroso. Eso sí... me gustaría, lo imposible, preguntarle a García Márquez un par de cosas que, o los periodistas de su época no se animaron, o pasaron por alto.
La obra inicia cuando "el mundo era reciente y muchas cosas carecían de nombre", aunque lo era quizá para el lugar, pues la historia estaría ubicada cronológicamente en el siglo XIX. Se desarrolla en Macondo, un pueblo fundado por los Buendía, pero inventado por el autor, seguramente en América Latina. La historia va desde la creación del Pueblo: el descubrimiento del mundo, de sus objetos, sus creencias, la implementación de sus tradiciones; pasará por la llegada del poder del Estado y sus consecuencias: política, Iglesia, guerras y capital; y hasta su decadencia.
El nombre original que Gabriel García Márquez había pensado para su obra era: "La Casa", porque si bien Macondo es importante, los protagonistas son los Buendía, una pareja de primos que inicia toda una estirpe donde abundará el incesto, el amor, el desamor, la muerte, pero sobre todo la soledad.
Uno de los aspectos más curiosos de la obra, y posiblemente principal motivo de deserción de sus lectores, es la cantidad de personajes con el mismo nombre. Está por ejemplo José Arcadio, Arcadio, Arcadio Segundo, y así... cinco Arcadios en total...
Por si fuera poco, está Aureliano, José Aureliano, Aureliano Segundo y 17 Aurelianos, hijos del coronel. Hacen un total de 22.
La redacción de la obra le tomó a García Márquez 18 meses. Un año y medio en los que él y su esposa tuvieron que empeñar prácticamente todo para sobrevivir, porque Gabriel había decidido trabajar tiempo completo en escribir y pulir su cuarta novela. Una vez que la terminó, no solo había acumulado cientos de páginas manuscritas, sino también meses de alquiler impagos, deudas y la paciencia de su mujer muy cerca del colapso.
La obra fue publicada en 1967, el 5 de junio cumplirá 53 años. Fue traducida a 35 lenguas y se vendieron 30 millones de ejemplares en todo el mundo. Encabeza las listas de lecturas indispensables y de las grandes obras de la literatura universal. Fue declarada por la crítica como la obra maestra de Gabriel García Márquez. Sin embargo, el autor declaró que su predilecta fue "El amor en los tiempos del cólera".
Gabriel García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia, y murió el 17 de abril de 2014, en la ciudad de México. Fue escritor, periodista y guionista. En 1982 ganó el Premio Nobel de Literatura.
Entrevistar a García Márquez no debió ser fácil, y como periodista era seguramente muy simple caer en el papel de subalterno que podría imponer, sin quererlo, tremenda inminencia... Quizá por ello no hubo periodista (y si lo hubo no lo encontré) que le pregunté:
"Gabriel, si yo fuese escritor no se me hubiese ocurrido jamás que un hombre hecho, y seguramente no tan derecho, se enamore de una niña de nueve años... ¿Cómo se le ocurrió esto a usted? ¿No cree que tocó el peligroso terreno de la pedofilia?".
Yo ya creé mi propio concepto respecto a la obra y ahora me encuentro allí en medio de mis dos demoledoras y contrarias opiniones. Cien años de soledad es, por un lado, una obra magistralmente escrita y por otro, es una obra que transgrede más de la cuenta... casi, casi hasta herir. Me refiero a la seducción de menores, que sucede hasta tres veces en la obra. Un factor que solo señaló una iglesia Rusa y una que otra feminista., pero que la crítica literaria ha ignorado.
Claudia Campanini
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