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jueves, 14 de julio de 2022

Cometas en el cielo

«Afganistán, un lugar. Un lugar en alguna parte del mundo. Algo terrible pasa ahí. Y pasa desde hace mucho tiempo, ¿no?». 

IMAGEN: AMBER CLAY

Afganistán es sinónimo de represión, pobreza y hambre, pero como un concepto genérico en el imaginario colectivo. Algunas cifras, uno que otro dato que flota ya sin ser escuchado, una imagen de televisión de mujeres extremamente cubiertas, niños de mirada triste y niñas con cabeza gacha; eso es todo y nos hemos acostumbrado.

IMAGEN:WIKILMAGES

Una persona será solo un número hasta que alguien le ponga nombre, rostro y cuente de ella una historia y es eso es precisamente lo que hizo el médico y escritor afgano Khaled Hosseini quién logró denunciar, en una conmovedora obra, los horrores talibanes cometidos en esa nación. «Cometas en el Cielo» es un libro que se lee bebiendo pequeños sorbos, pero no de café, como el ideal de la lectura parece invitar, sino que se lo lee a sorbos de lágrimas saladas que inundan sin querer. 

IMAGEN: AMBER CLAY

A través de sus protagonistas, el autor hace un recorrido por Afganistán, desde la Monarquía que en los años 60 liberó a las mujeres de llevar velo y burka, hasta la irrupción soviética en 1979 y luego la toma del poder por parte de los talibanes durante la década de 1990. Un régimen fundamentalista que instituyó, entre otras normas, las lapidaciones públicas para «pecadores y adúlteros» y volvió a cubrir a las mujeres de la cabeza a los pies. 

En la obra son dos niños, Hassan y Amir, los que representan las dos caras afganas: una, de los que pudieron huir a tiempo y la otra, de los que se quedaron y fueron víctimas de todo tipo de vejámenes. 

El contraste entre la crudeza de la obra y la sensibilidad del autor obligan al lector a reflexionar sobre aquel lugar en el mundo y, en especial, sobre las personas que lo habitan. 

IMAGEN: DAVID MARK

«Cometas en el cielo» es un libro que hiere, pero que también interpela sobre el «mirar hacía otro lado». Esta fue la primera obra publicada por Hosseini, en 2003, y se convirtió rápidamente en un Best seller con más de 24 millones de ejemplares vendidos en 48 países y traducidos en 55 idiomas. Gran parte del dinero recaudado por estas ventas permitió al autor financiar proyectos de ayuda para familias afganas en extrema pobreza. 

Pero no es suficiente; el Afganistán del libro de Hosseini no ha cambiado demasiado respecto al Afganistán de hoy. La intervención americana en ese país, luego del atentado del 11 de septiembre, parecía anunciar el fin del régimen Talibán, sin embargo, retiradas las tropas americanas en 2021 (que igualmente fueron mordaces con sus ataques a civiles), los Talibanes han vuelto a comandar en el apabullado país. 

IMAGEN: AMBER CLAY 

En el reportaje: «Afganistán: en el corazón del emirato talibán» realizado por FRANCE 24 se puede observar la actualidad de esa nación. Las mujeres ya no son dignas de mostrar ni siquiera los ojos, los niños son vendidos a precios de gallinas y las niñas tienen escaso acceso a la educación. 

IMAGEN: AMBER CLAY 

En un vídeo grabado para ACNUR, durante el «Día del refugiado» en 2014, Khaled Hosseini hace un llamado a sus compatriotas, en especial a escritores, para que se siga denunciando por todos los medios posibles la realidad en la que viven las familias afganas con el fin de despertar más conciencias en el mundo ante la crisis humanitaria en la que está sumido este país desde hace más de cuatro décadas de infancias rotas.  


En cuanto al libro se refiere, puedo decir que es una obra escrita con mucha fluidez. Es un libro que te atrapa y, como he dicho antes, te abre el grifo del alma y te cuestiona. Tengo algunas observaciones argumentativas, pero que sin embargo, puedo  pasar por alto por el enorme efecto que tiene la obra.  Este es uno de esos libros que te marcan un antes y un después en la vida. En lo personal, siento que no volveré a mirar a Afganistán con los mismos ojos nunca jamás en mis días. Siento también que no me repondré fácilmente de la mirada de los niños afganos que por ahora la tengo atravesada. 

«Cometas en el cielo» fue, en 2007, adaptada a la pantalla grande con el nombre: «The kite runner» y reflejada de una forma tan conmovedora como el libro mismo. La producción del film fue puesta a consideración del autor en todo momento por decisión del director Marc Forster para que sea lo más fiel posible al texto. Los papeles fueron protagonizados por niños afganos para evitar, en palabras de Forster «caer en el absurdo de que sean niños americanos que hablaban inglés» los que representen la historia afgana. 

Khaled Hosseini nació en Kabul, Afganistán el 4 de marzo de 1965. Es médico, activista y escritor. En 2006 fue declarado «Embajador de la buena voluntad» por la ACNUR. Su obra abarca otros títulos como «Mil soles espléndidos», «Y las montañas hablaron» y «Súplica a la mar». 


«En Afganistán hay muchos niños, pero poca niñez».

Khaled Hosseini 


IMAGEN: AMBER CLAY 


Mis agradecimientos a Daniel Veizaga por haberme sugerido este libro. 


miércoles, 29 de junio de 2022

Fausto

Fausto, la obra más importante de Johann Wolfgang Von Goethe, fue el producto de casi toda una vida de creación y escritura para el autor. Goethe empezó a gestar su drama en 1772 (cuando tenía 23 años); publicó la primera parte en 1808 (a los 36 años) y concluyó la segunda parte a los 83. De hecho, esa segunda parte (hoy incluida en el libro) fue publicada de manera póstuma. 

Evidentemente esa distancia temporal es bastante clara en el estilo del autor. La primera y la segunda parte de Fausto poco tienen que ver entre sí. 

Es un libro difícil. Mucho más ligero en su primera parte, que tiene dos ejes importantes: el trato del protagonista con el mal, punto desde donde parte todo el drama, y su romance con Margarita.

La segunda parte es mucho más compleja, se aleja del romance y se acerca mucho más a la mitología para explicar al hombre. Abundan en esta parte de la obra de Goethe seres mágicos como sirenas, ninfas, ángeles y demonios. Margarita aparece una sola vez. 

Sin embargo, más allá de la dificultad de este libro, es posible disfrutarlo y es posible si el lector le presta los cinco sentidos a cada palabra del autor. 

La característica de Fausto es que es presentada como una extensa poesía y para leer poesía no basta con atender todo un párrafo conjunto, sino que la poesía exige la comprensión de cada palabra y quizá por eso es un libro que demanda a un lector activo. Detalle no inadvertido para Goethe que sentencia en esta misma obra:

«No todos los oídos son sensibles a cada una de las palabras». Con ello el autor parece decir que estaba al tanto de que su obra no era para todos, sino para públicos con cierta sensibilidad ante (precisamente) la palabra. 


Una musa apagada: 

Entre el Goethe que escribió la primera parte de su Fausto y el que escribió la segunda hay, según se entiende, una pérdida muy seria (o muchas) en su vida. Así lo hace saber en una de las introducciones mejor logradas que pude leer: 

«Me traéis imágenes de días felices, y algunas sombras queridas se alzan. Como a una vieja leyenda casi olvidada, os acompañan el primer amor y la amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender el errático y laberíntico camino de la vida y pronuncia el nombre de aquellas nobles personas que, engañadas por la esperanza de días de felicidad, han desaparecido antes que yo.

Las almas a las que canté por primera vez ya no escucharán estos cantos (...)».

Lo cierto es que para leer a Goethe hay que tener cierta disposición, silencio en la casa y apertura en la mente. 

Johann Wolfgang Von Goethe nació en Frankfurt, Alemania, el 28 de agosto de 1749. Fue poeta, dramaturgo, historiador, científico y político. Goethe es para la cultura alemana lo que Alighieri lo es para la italiana o Cervantes para la hispana, es decir, es una pieza fundamental en la lengua y el conocimiento de su pueblo y por lo tanto, inevitable en la literatura universal. Goethe Murió el 22 de marzo de 1832.

«Eres, al fin y al cabo, lo que eres. Aunque te pongas una peluca con miles de rizos, aunque te pongas tacones de un codo de altura, seguirás siendo lo que eres».

Goethe. 

miércoles, 30 de marzo de 2022

Mujercitas

Para hablar de «Mujercitas» habría que empezar por su título, que de por sí sopla en la novela un viento cursi, aunque debemos decir que el diminutivo viene de esa terrible costumbre nuestra, los hispanohablantes, de decirlo todo en chiquito, así como para sonar menos toscos. Por lo tanto, aquello no es responsabilidad de la autora, quien tituló su obra como «Little Women», es decir: «Pequeñas mujeres».


Es muy complicado reseñar una obra de hace dos siglos en nuestros días; y lo es, porque pertenecemos a una generación de sensores y censores. Tenemos una especial habilidad, o eso creemos, para «captar ideas retrógradas» que no tardamos en etiquetar y defenestrar lo creado antes de nosotros. Sobre «Mujercitas», por ejemplo, la crítica más frecuente que he leído es que es un libro «altamente machista» y pienso que hoy más de uno la cercenaría (como ya lo hicieron con esta misma obra en 1880) o de hasta quizá la retiraría. 

«Es siempre más sencillo cancelar lo que no se entiende que tratar de entenderlo», decía hace poco el escritor español Arturo Pérez-Reverte y me parece que este es uno de los casos. «Mujercitas» fue un libro gestado en una época en que los hombres partían a la guerra y las mujeres cosían y hacían pan, así que creo que estos aspectos impresos en la obra son el reflejo de la sociedad americana durante el siglo XIX, y no es que nos vamos a escandalizar, dos siglos más tarde, por la realidad de entonces. ¿Qué dirán de nosotros de aquí a dos siglos?

Por supuesto que la obra tiene defectos, pero que antes sus fueron virtudes; entre ellos, la falta de personajes grises, la madre es sabia, el padre es comprensivo, las hijas hacendosas, los vecinos amables... Casi casi me animaría a decir que hay más maldad en «La pequeña casa en la pradera» que en «Mujercitas». Tal vez la explicación esté en que era una libro escrito para adolescentes; sin embargo, al mismo tiempo hay un elemento, para sus días, revolucionario. Si bien la autora puso a bordar a las pequeñas mujeres, «como era debido», también las hace irrumpir en mundos reservados en su mayoría para hombres: las artes.

Las protagonistas de la historia son cuatro hermanas: Meg, Jo, Amy y Beth. La primera, Meg, es quizá la única de las hermanas con más vocación doméstica que artística, aunque se inclinaba por el teatro. La segunda hermana, Jo, era escritora (y ya sabemos todo lo que Virginia Woolf investigó sobre las penurias que pasaba una mujer que quisiera escribir). Amy es pintora y escultora y Beth es pianista. Se lee fácil, a nadie impresiona, y no resulta un mérito, claro que no, si miramos con nuestra soberbia mirada de hoy, pero a las mujeres de antes les debemos todo aquello que hoy nos parece tan irrelevante y damos por descontado, como mi derecho, por ejemplo, a estar escribiendo estas líneas. 


«Mujercitas» fue una novela escrita durante la Guerra de la Secesión de 1865. Fue publicada en dos partes. En la primera (1968) las protagonistas son niñas que atraviesan los psicodramas de todos aquellos que crecen con hermanos (peleas, carencias, juegos, etc.). Toda la nostalgia que embarga a la autora por esa niñez perdida, que tan bien parece recordar, y recordar siempre es quitar un poco los defectos, es sin duda su punto fuerte. La secuela llegó un año después en la que se percibe claramente la madurez de la autora que expone a sus personajes a imperfecciones, desamores y muerte (hoy todos los ejemplares de «Mujercitas» incluyen las dos partes ya en extenso y sin censuras).

Para mí, Louisa May Alcott, la autora, no era machista, no lo creo, porque más bien, y me parece que, sin quererlo, sus personajes masculinos tienden a estar casi disueltos en su obra que, por ejemplo, casi ignora al padre a pesar de su paso por la guerra; pero sí creo que fue una mujer construida con los estándares de entonces: tiende a moralizar y sermonear de cuando en cuando a través de sus personajes, ese me parece el punto más flaco de la obra. El libro carece de puntos de reflexión filosófica y abunda en algunas pautas del buen comportamiento (no solo para las mujeres), supongo, como he dicho antes, por el público joven que fue elegido como lector.


Hay un mérito que no se le puede quitar a Alcott y es que su personaje principal, Jo, que vendría a ser su alter ego, representa a la mujer que se rebela contra los estándares de la sociedad de su época: no es femenina, no le gustan los vestidos, es amiga de los chicos y detesta la idea del matrimonio como una realización (todo un desafío tomando en cuenta que en aquellos años el matrimonio era la finalidad existencial y moral de toda mujer). Es más, a pesar de que este detalle no aparece en la obra, no fue el padre de la autora quien participó en la guerra, sino fue ella misma quien hizo maletas y partió hacia el conflicto para curar a los heridos.

«Mujercitas» es una obra con gran contenido autobiográfico. La familia protagonista, los March, está igualmente compuesta que la familia real de la autora: padre, madre y cuatro hermanas. Cambian algunos aspectos en los que la autora optó por la ficción: la más sustancial diferencia entre ella y el personaje que la representa está justamente al final de la obra.

Louisa May Alcott nació en Pensilvania, Estados Unidos, el 29 de noviembre de 1832. Dedicó su vida a la creación literaria. A pesar de que «Mujercitas» se convirtió en su título más popular, fue una prolífica escritora, cuya obra abarca más de 40 títulos. Alcott murió el 6 de marzo de 1888, a los 55 años, en Boston, víctima de un accidente cerebrovascular.


«Mujercitas» es una de las obras que más veces fue adaptada a la pantalla grande y chica (cuenta con al menos 12 versiones audiovisuales). La primera vez fue 1918 (durante el cine mudo) y la más reciente fue estrenada en 2019 (hoy disponible en Netflix). Definitivamente y más allá de toda crítica «Mujercitas» es una obra a prueba de tiempo y formatos. Estuvo tan presente en el periodo silente del cine, como lo está en la era del streaming, mientras que las imprentas aún estampan miles de ejemplares del libro.



miércoles, 22 de diciembre de 2021

Ficciones

A Borges no te lo puedes llevar a la cama y punto. A Borges hay que mirarlo con un exquisito detenimiento. Hay que estudiarlo con concentración. Hay que tratar de entenderlo, descifrar su mente y entonces, máximo, puedes sentarte con él, un café de por medio, y un diccionario. Borges no quiere enamorar a primera vista.


Hay libros que te llevas al lecho antes de dormir, los lees, te atrapan, te acompañan hasta que el sueño te invade y luego los cierras dejando una marquita; pero esto no sucede con Jorge Luis Borges, en mi opinión, el autor argentino concibió su obra para ser leída, e indagada, en la dignidad de una biblioteca.


Borges decía que si un libro no te gusta, no lo leas. Si yo hubiese seguido su consejo habría confinado su libro «Ficciones» en el último rincón de mi modesta biblioteca; pero no puedo estar de acuerdo con él en ese aspecto. Los libros, como los amores, no siempre ocurren a primera vista. A veces tienes que dejar que te conquisten y otras veces los tienes que conquistar. Este título que abrí y abandoné muchas veces se convierte en una conquista para mí. Leer a Jorge Luis Borges, el poeta, me resultó un camino llano y emocionante, leer a Borges, el cuentista, fue una cuesta empinada.

«Ficciones», un libro difícil.

El principal problema con el que me crucé, es que tan en serio te cuenta sus ficciones Borges que de verdad no queda claro en qué punto la realidad y la ficción se cruzan, se intercambian de ropa, se usurpan y te miran con idéntica expresión. Este libro publicado, en varias partes, desde 1941 (y luego compilado) habrá sido un verdadero enigma para los lectores de la época. Hoy nos basta con hacer búsquedas cibernéticas para entender si «tal lugar» o «tal personaje» citado por Borges existen y si son como los plantea, ¿pero en 1941? Quizá eran lectores más tenaces y los que no lo abandonaron tal vez hicieron romerías por las bibliotecas para entender qué era cierto y qué era fantasía. No habrán sido pocos los interesados. 


El libro que es relativamente corto, está compuesto por dos partes y 16 cuentos. Ninguno demasiado largo, pero casi todos complejos. En torno a este título se han escrito libros, tesis e incluso dado clases para entender a Borges. A partir de este texto se adopta también el término «Borgiano» o «Borgeano», ambos correctos, para hacer referencia al autor y a las características de su literatura.

Después de muchos intentos, abandonos, retornos, conquistas y reconquistas vengo a plantar mi banderita lectora en ese espacio Borgeano que ahora conozco y logró imaginar muy bien. «Ficciones» es un libro que vale la pena leer porque convoca a la lectura activa, enriquece e intriga. El texto aborda temas como el tiempo, las probabilidades, los sueños (como actividad onírica), el azar y el destino, entre otros; y también propone ideas como libros infinitos, juegos de ajedrez sin fin o laberintos interminables. En el cuento «El Sur», Borges narra, aunque en la piel de otro personaje, el accidente que le abrió la cabeza y casi le causa la muerte, en diciembre de 1938, ese es por lo tanto, un cuento con alto contenido autobiográfico. 

«Ficciones», fruto de un accidente 

Hasta 1938 Borges había escrito poesía y ensayos. Pero fue aquel diciembre el que le cambió la vida y el rumbo literario. Era de noche, iba de prisa en su casa y no vio el filo de una puertilla abierta, quizá de una ventana, ésta le causó una herida considerable en la cabeza, seguida por una hospitalización y una septicemia. En su recuperación Borges creyó que no sería capaz de escribir nunca más, y por eso no intentó ni ensayo, ni poesía, prefirió escribir algo nuevo por si fracasaba, para que nadie lo compadezca y diga que «ya no podía de hacer lo que hacía». Se decidió por alguna ficción y así nació «Pierre Menard, autor del Quijote» y en consecuencia todo el resto de sus cuentos fantásticos. 

Borges, una rareza. 

Me costó mucho encontrar algún adjetivo que logre englobar al autor. Concluyo que Borges es mucho más que su obra y que Borges fue un universo aparte, entonces entiendo eso de «Universo Borgeano», sí, y es que el autor parecía moverse en otro tiempo y espacio. Su poesía es conmovedora, sus cuentos enigmáticos, sus ensayos convocan y tan grande fue su amor por la lengua que traspasó la barrera de los idiomas. 

Fue un niño bilingüe, su lengua madre se debate entre el inglés y el español. Fue miope desde siempre y quizá por ello fue tímido e ensimismado. Sus horas las pasaba leyendo libros en la biblioteca de su padre, lo que no sería ningún prodigio si no tomamos en cuenta que era una criatura de 6 años. A los 9 años tradujo «El príncipe feliz» de Oscar Wilde, la traducción fue publicada por El País. Aquello no fue noticia porque firmó como Jorge Borges, los lectores creyeron que era el trabajo de su padre. No los culpo, ¿quién iba a pedir precisiones si el hijo era tan pequeño? 


Nació en Argentina, pero vivió en Ginebra en sus años de adolescencia donde estudió en francés y latín, de forma autodidacta emprendió el camino de aprender alemán y lo logró. Este conocimiento de las lenguas (contemos: español, inglés, francés, latín y alemán) y su manejo casi memorístico de la literatura le ayudó, primero, a leer obras en sus lenguas originales y también, en muchos casos, a traducirlas. Regresó a Argentina en 1921 y empezó su camino como poeta. publicó su primer libro en 1923. A lo largo de su vida escribió más de 40 títulos.


A pesar de ser un prolífico escritor, Borges quería ser, sobre todo, un lector y ese es uno de los aspectos que más me conmueve de su ser: el reconocimiento por la obra del otro.

«Que otros se jacten de lo que han escrito, a mí me enorgullece lo que he leído». 
Jorge Luis Borges.

«Para mí Borges es el lector más importante en la historia de la humanidad». 
Alejandro Vaccaro, (biógrafo). 


Una especie de Quijote

Mi percepción (muy personal) es que a Jorge Luis Borges le hizo falta el fuego abrasador de la pasión. No estoy segura si conoció el amor, a pesar de que se casó en dos oportunidades, la primera por compromiso y la segunda por gratitud. 


Aunque él se decía «enamorado desde siempre de la misma mujer, que era, en todo caso, una mujer diferente cada vez», Borges como «El caballero de la triste figura» se enamoró de sus libros y necesitaba una amada, porque eso dicen los libros, ¿las habrá inventado como el Quijote a Dulcinea? Lo cierto es que él no fue amado las veces que amó, así se lo contó a su segunda esposa, y así lo confesó, aunque muy poco en su obra.

Sus amigos más cercanos identificaron a Estela Canto, una escritora que conoció cuando él tenía 44 años, como a su amada y su musa; de hecho el cuento «El Aleph» fue dedicado a ella. Sin embargo, Canto no pudo corresponderle y se negó a su propuesta de matrimonio. Quizá por ella este tipo de versos:

«Me duele una mujer en todo el cuerpo». 
Jorge Luis Borges


Una especie de Beethoven

Salvando las diferencias, a ambos genios los une una desgracia: sus pasiones están obstaculizadas por sus discapacidades. La sordera de Beethoven fue progresiva e hizo música a pesar de ella. La ceguera de Borges también fue avanzando «como un lento crepúsculo» hasta hacerse total y siguió haciendo literatura cargando su cruz. Ambos crearon: uno en silencio y el otro en una insobornable neblina. 


«La ceguera es una forma de soledad». 
Jorge Luis Borges. 

Según su propio testimonio en su «Conferencia sobre la ceguera» el «patético momento» en que el autor se dio cuenta que ya no podía ver fue cuando lo nombraron director de la Biblioteca Nacional de Argentina, a finales de 1955; entonces lo supo, ya no era capaz de distinguir lomos, contratapas o cubiertas de los libros que tanto amó en su vida. Llegó a morar su concepto de paraíso- una biblioteca- pero ya no lo podía ver. 

«Nadie rebaje a lágrima o reproche 
esta declaración de la maestría de Dios, 
que con magnífica ironía 
me dio a la vez los libros y la noche». 

Jorge Luis Borges.

Los tres Borges.

Tres son las facetas muy marcadas en la vida literaria del autor: la primera como poeta, lector y escritor autónomo. La segunda, (después de su accidente) como autor de cuentos, lector y escritor, aunque ya con muchas dificultades: recurría a otras personas, usaba lupas, se acercaba demasiado a las letras, etc. Y la tercera, es como un autor multidisciplinario, aunque totalmente dependiente en cuanto a la lectura y a la escritura. En esa tercera fase era su madre, Leonor Acevedo, quien le leía los textos que le interesaban a Borges, y sus amigos más cercanos escribían lo que les dictaba, luego de la muerte de su madre (a los 95 años) fue su esposa, María Kodama, quien fue una suerte de asistente para él y quien le leía y escribía lo dictado. 



El Nobel negado 

Jorge Luis Borges fue un permanente candidato al Premio Nobel de Literatura y aquello se repetía año tras año, durante tres décadas. Fue en 1976 en que se filtró su nombre como el virtual ganador del galardón. Sin embargo, ese año el escritor, que por cierto era conservador, recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de Chile, y horas después se reunió con Augusto Pinochet. En un polémico discurso aseguró que en Chile se estaba salvando «la libertad y el orden». Esas sus palabras pesaron como plomo y la Academia Sueca descartó su nombre de inmediato y para siempre; Borges nunca recibiría la máxima distinción literaria. Más tarde el autor se arrepintió públicamente de su discurso y de su posición respecto a las dictaduras, pero no por el negado premio Nobel, sino por haber oído por horas los relatos de los horrores de los regímenes por parte de los torturados y las Madres de Mayo.


Hace no mucho leí una frase que no he logrado encontrar de nuevo, no recuerdo tampoco a su autor, pero al texto decía: «En todo caso, es el Premio Nobel el que no tiene el honor de contar con Borges y no al contrario». Estoy de acuerdo, porque más allá de sus posiciones políticas no se pudo obviar al autor que marcó un antes y un después en la historia de la literatura del siglo XX, y me refiero al realismo mágico. 

Datos

Borges, el de los poemas «ya no es bello el mundo, te han dejado», Borges el de las ficciones que nos obliga a investigar su universo, Borges el lector incansable, Borges el caballero de la ciega figura, nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Fue bibliotecario, profesor, poeta, ensayista, cuentista y traductor. Murió en Suiza a los 86 años a causa de un cáncer pulmonar. No quiso ser enterrado en Argentina para que no se haga un espectáculo de sus despojos. Sus restos reposan en el cementerio Plainpalais de Ginebra- Suiza. Su lápida, como su vida, es todo un universo a descifrar (y descifrado), pero esa es otra historia. 



“He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz”.

Jorge Luis Borges. 




jueves, 2 de diciembre de 2021

La ridícula idea de no volver a verte

Creí que en mi vida había escrito intensas cartas de amor, hasta que leí las de Marie Curie. A Marie la conocemos por sus descubrimientos científicos, sus Nobel (1903-1911) y su semblante de seriedad inquebrantable, pero Rosa Montero nos ofrece un hermoso retrato de la mujer sensible que era dentro de aquellas capas de hierro, o mejor dicho, de radio.
 

Cuando la escritora española Rosa Montero estaba atravesando el duelo por la muerte de su marido Pablo, ocurrida en 2009, llegó a sus manos un brevísimo, pero desgarrador texto. Era el diario que Marie Curie había escrito luego de la muerte de su esposo Pierre, en 1906. Pierre tuvo una muerte intempestiva y violenta (fue aplastado por un coche de caballos), él había sido su esposo, su compañero de investigaciones, el padre de sus hijas, pero sobre todo, su más profundo amor. Aquel día los Curie se despidieron como de costumbre «luego ya sólo te vi muerto», escribe Marie. El cuaderno de duelo que escribe la científica tras el evento es una muestra evidente de que no hay cerebro, por privilegiado que sea, capaz de asimilar, con lógica, la brutalidad de la muerte. 


Con muchas décadas de distancia Rosa Montero también atravesaba su pérdida y de aquel dolor sale este libro que me ha parecido maravilloso. «Este no es un libro sobre duelos, o no solamente», aclara la autora y no se equivoca, Montero ofrece un enriquecedor pantallazo biográfico de Marie Curie, la científica, de Marie Curie, la viuda y de Marie Curie, la amante. En fin, de Marie Curie, la mujer. 


Pero también está ella misma, la autora, y aunque parece resistirse a la autobiografía, están los retazos de su alma en duelo. Montero abarca en su texto la belleza de la vida y la tenacidad de la muerte. Pero también la magia de la convivencia con la pareja, ese amor y esa tolerancia que tenemos a las manías del otro, a la intimidad, al lecho y al cada día. 


Volvamos a Marie. Cuando estaba en segundo de secundaria mi profesor de biología nos increpó con toda seguridad, (aunque con más retorica que otra cosa): «Obviamente, jóvenes, ustedes conocen a Marie Curie», y miró nuestras ignorantes expresiones con desprecio, creo que era lo que esperaba. «¿Ah, no? ¿No la conocen? Bueno, no me sorprende viniendo de ustedes», nos desahució. «Nunca más en su vida se olviden: Marie Curie descubrió, junto a su esposo, el polonio y el radio y fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel». Nunca más lo olvidé, aunque tampoco me quedaron ganas de preguntarle para qué servían el polonio y el radio. 

Lo cierto es que Marie lo descubrió; descubrió la radioactividad y sus investigaciones le dieron un sitio al que, hasta ella, solo tenían acceso los hombres: el mundo científico. De allí que la vemos romper la hegemonía masculina en las fotos de congresos. Y sus colegas la tomaban en serio, Albert Einstein, por ejemplo, no solo era uno de ellos, sino que también era su amigo y la admiraba, como bien lo cuenta Montero.


Pero el libro de Rosa Montero tampoco se trata de las hazañas científicas de Curie «o no solamente», como diría ella misma. Yo diría que es un libro que se trata de pasiones, de vocaciones, de amores, de duelos, de amistades, de maternidad y de ese indefinido rol de la mujer en el trascurso de la historia. 

«La ridícula idea de no volver a verte» es un libro conmovedor, que más de una vez me arrancó lágrimas, y me hizo pensar que el amor y el duelo siempre duelen lo mismo a pesar de los siglos, las historias, las mentes y los corazones. Hay algo en la muerte que nos convoca a todos y hay algo en el duelo que también nos hace uniformes de alguna manera. 


Como no estoy demasiado acostumbrada a la literatura reciente, y suelo recaer más en los clásicos, vi con mucha satisfacción y sorpresa los pasos que la literatura intenta dar a la par de la tecnología. Ya que nos hemos vuelto seres mucho más visuales el libro contiene fotos para ilustrar las narraciones y los aspectos de los personajes; y como es sabido, una imagen habla más que mil palabras. También me sorprendí al ver que varias expresiones tenían añadidas etiquetas («hashtags»), son sin dudas #NuevasFormasDeEscribir.

Rosa Montero nació en Madrid, España, el 3 de enero de 1951. Es escritora y periodista. Es autora de 17 novelas y recibió al menos 25 premios, entre los que se destacan el Premio Mundo de Entrevistas, de 1978 y el Premio Nacional de Letras Españolas en 2017. Reconocimientos merecidos.  




miércoles, 24 de noviembre de 2021

Las mil y una noches

Dicen que la curiosidad mata y si no, habría que preguntarle al gato que ha gastado todas sus vidas en ello. Sin embargo, puede que la curiosidad también salve.


«Las mil y una noches» es un libro mágico. No podría describirlo de otra manera. Está lleno de fantasía: de genios, de hechizos, de palacios, de tesoros; de amores que enferman y de separaciones que matan. Entre toda la magia que encierra, está también su gran enigma, «Las mil y una noches» es un libro escrito, aproximadamente el año 850, bajo el manto del anonimato. Este es por lo tanto, un libro que pasó a la historia sin que hayamos conocido jamás a su autor, o a sus autores.


Se cree que fueron varios los cuentistas que elaboraron este título, que es una compilación de las leyendas que circulaban oralmente entre los ciudadanos que poblaban el Oriente Medio del siglo VII, porque sí, «Las mil y una noches» es una de las obras más importantes de la literatura árabe, convertida después en uno de los títulos fundamentales de la literatura universal. De aquella influencia vienen cuentos tan conocidos por nosotros como «Aladino y la lámpara maravillosa» o «Alí Babá y los cuarenta ladrones», añadidos al libro en el siglo XV.


El texto que está ambientado en India, Egipto, Bagdad y China entre otras regiones del Oriente, hizo su importante llegada a Europa el año 1704 con la primera traducción a iniciativa del arqueólogo francés Antoine Galland. De allí en adelante fueron varios los traductores de la obra en diferentes lenguas, que tomaron el original; y son por lo tanto muchas las versiones de ésta. Algunas tienen más de cuatro mil páginas, otras no pasan las quinientas. Esto obedece a que al trascurrir de los años se fueron incluyendo más cuentos a la historia para lograr mil y una noches de narraciones. El texto original que obtuvo Gallad tenía no más de 300 noches de relatos. De todas maneras, en español, la traducción más extensa de la obra la logró el escritor y periodista Vicente Blasco Ibañez y abarca 17 tomos. 


Al leer este libro comprendí la importante inclinación que tiene el ser humano por conocer historias; historias ajenas. Si así no fuera no nos pasaríamos horas leyendo libros, viendo películas o enganchados a temporadas y temporadas de series, que dejan un tremendo vacío cuando terminan. Y fue esa inclinación por la historia, esa curiosidad por lo que sigue, la que fue capaz de salvar la vida de la narradora. Cada noche la joven Shahrasad salva su vida contándole una historia al rey que deja incompleta con la promesa de que la reanudará si a la noche siguiente aún vive: «Si la próxima noche aún sigo con vida, y su majestad el rey me lo permite, os contaré el resto de la historia que es mucho más sorprendente todavía», sugería la  mujer a quien el rey terminaba perdonándole la vida para que termine el fantástico relato que había dejado inconcluso. 

El papel de la mujer en la obra  

Si bien hice hincapié en que el autor de la obra es desconocido, podría asegurar que su creador, o sus creadores, fueron hombres. El libro parte con un cuento acerca de la «perfidia de las mujeres», es precisamente por la infidelidad de ellas que Shahrasad está condenada a la muerte como todas las mujeres del reino del rey Shahrayar «Es sabido que la concupiscencia de las mujeres es mayor que de los hombres», sentencia uno de los personajes del libro; y con la muerte pagaban las mujeres esas infidelidades. 


Sin embargo, y para mi sorpresa, me encontré con mujeres mucho más empoderadas en su sexualidad y deseos que las que la literatura retrata más adelante. Me viene a la mente, por ejemplo, el libro «Lo que el viento se llevó», una obra escrita el siglo pasado y en el que las mujeres tenían tal pudor y vergüenza de su naturaleza que los embarazos los trascurrían encerradas en sus casas y nadie se refería a sus estados. «En las mil y una noches» se reconoce a las mujeres como sujetos deseantes y deseados; el sexo no es un vil pecado ni el matrimonio la obligación de los que han fornicado, aunque el pecado mortal de las mujeres en este libro es, como lo he dicho, la infidelidad. 

Géneros literarios

«Las mil y una noches» tiene como género predominante al cuento. Aunque también apela a la fábula, la poesía, el relato y la novela corta. Si tomamos en cuenta el año de su creación podríamos decir que a todas luces fue una obra maestra que ha traspasado los siglos.


«Las mil y una noches» es, posiblemente, el título más mencionado por otros autores en sus propias obras, lo menciona Kundera, Saramago, Allende, Cabral y Borges, entre otros, y es que este libro tiene, entre tanta magia, la más importante: despierta a lectores y abre el universo en la mente de los escritores. Quizá sea uno de los tantos genios que habita la obra el que se aloja definitivamente en los espíritus literarios. 


Cometas en el cielo

«Afganistán, un lugar. Un lugar en alguna parte del mundo. Algo terrible pasa ahí. Y pasa desde hace mucho tiempo, ¿no?».  IMAGEN: AMBER CLA...