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miércoles, 22 de diciembre de 2021

Ficciones

A Borges no te lo puedes llevar a la cama y punto. A Borges hay que mirarlo con un exquisito detenimiento. Hay que estudiarlo con concentración. Hay que tratar de entenderlo, descifrar su mente y entonces, máximo, puedes sentarte con él, un café de por medio, y un diccionario. Borges no quiere enamorar a primera vista.


Hay libros que te llevas al lecho antes de dormir, los lees, te atrapan, te acompañan hasta que el sueño te invade y luego los cierras dejando una marquita; pero esto no sucede con Jorge Luis Borges, en mi opinión, el autor argentino concibió su obra para ser leída, e indagada, en la dignidad de una biblioteca.


Borges decía que si un libro no te gusta, no lo leas. Si yo hubiese seguido su consejo habría confinado su libro «Ficciones» en el último rincón de mi modesta biblioteca; pero no puedo estar de acuerdo con él en ese aspecto. Los libros, como los amores, no siempre ocurren a primera vista. A veces tienes que dejar que te conquisten y otras veces los tienes que conquistar. Este título que abrí y abandoné muchas veces se convierte en una conquista para mí. Leer a Jorge Luis Borges, el poeta, me resultó un camino llano y emocionante, leer a Borges, el cuentista, fue una cuesta empinada.

«Ficciones», un libro difícil.

El principal problema con el que me crucé, es que tan en serio te cuenta sus ficciones Borges que de verdad no queda claro en qué punto la realidad y la ficción se cruzan, se intercambian de ropa, se usurpan y te miran con idéntica expresión. Este libro publicado, en varias partes, desde 1941 (y luego compilado) habrá sido un verdadero enigma para los lectores de la época. Hoy nos basta con hacer búsquedas cibernéticas para entender si «tal lugar» o «tal personaje» citado por Borges existen y si son como los plantea, ¿pero en 1941? Quizá eran lectores más tenaces y los que no lo abandonaron tal vez hicieron romerías por las bibliotecas para entender qué era cierto y qué era fantasía. No habrán sido pocos los interesados. 


El libro que es relativamente corto, está compuesto por dos partes y 16 cuentos. Ninguno demasiado largo, pero casi todos complejos. En torno a este título se han escrito libros, tesis e incluso dado clases para entender a Borges. A partir de este texto se adopta también el término «Borgiano» o «Borgeano», ambos correctos, para hacer referencia al autor y a las características de su literatura.

Después de muchos intentos, abandonos, retornos, conquistas y reconquistas vengo a plantar mi banderita lectora en ese espacio Borgeano que ahora conozco y logró imaginar muy bien. «Ficciones» es un libro que vale la pena leer porque convoca a la lectura activa, enriquece e intriga. El texto aborda temas como el tiempo, las probabilidades, los sueños (como actividad onírica), el azar y el destino, entre otros; y también propone ideas como libros infinitos, juegos de ajedrez sin fin o laberintos interminables. En el cuento «El Sur», Borges narra, aunque en la piel de otro personaje, el accidente que le abrió la cabeza y casi le causa la muerte, en diciembre de 1938, ese es por lo tanto, un cuento con alto contenido autobiográfico. 

«Ficciones», fruto de un accidente 

Hasta 1938 Borges había escrito poesía y ensayos. Pero fue aquel diciembre el que le cambió la vida y el rumbo literario. Era de noche, iba de prisa en su casa y no vio el filo de una puertilla abierta, quizá de una ventana, ésta le causó una herida considerable en la cabeza, seguida por una hospitalización y una septicemia. En su recuperación Borges creyó que no sería capaz de escribir nunca más, y por eso no intentó ni ensayo, ni poesía, prefirió escribir algo nuevo por si fracasaba, para que nadie lo compadezca y diga que «ya no podía de hacer lo que hacía». Se decidió por alguna ficción y así nació «Pierre Menard, autor del Quijote» y en consecuencia todo el resto de sus cuentos fantásticos. 

Borges, una rareza. 

Me costó mucho encontrar algún adjetivo que logre englobar al autor. Concluyo que Borges es mucho más que su obra y que Borges fue un universo aparte, entonces entiendo eso de «Universo Borgeano», sí, y es que el autor parecía moverse en otro tiempo y espacio. Su poesía es conmovedora, sus cuentos enigmáticos, sus ensayos convocan y tan grande fue su amor por la lengua que traspasó la barrera de los idiomas. 

Fue un niño bilingüe, su lengua madre se debate entre el inglés y el español. Fue miope desde siempre y quizá por ello fue tímido e ensimismado. Sus horas las pasaba leyendo libros en la biblioteca de su padre, lo que no sería ningún prodigio si no tomamos en cuenta que era una criatura de 6 años. A los 9 años tradujo «El príncipe feliz» de Oscar Wilde, la traducción fue publicada por El País. Aquello no fue noticia porque firmó como Jorge Borges, los lectores creyeron que era el trabajo de su padre. No los culpo, ¿quién iba a pedir precisiones si el hijo era tan pequeño? 


Nació en Argentina, pero vivió en Ginebra en sus años de adolescencia donde estudió en francés y latín, de forma autodidacta emprendió el camino de aprender alemán y lo logró. Este conocimiento de las lenguas (contemos: español, inglés, francés, latín y alemán) y su manejo casi memorístico de la literatura le ayudó, primero, a leer obras en sus lenguas originales y también, en muchos casos, a traducirlas. Regresó a Argentina en 1921 y empezó su camino como poeta. publicó su primer libro en 1923. A lo largo de su vida escribió más de 40 títulos.


A pesar de ser un prolífico escritor, Borges quería ser, sobre todo, un lector y ese es uno de los aspectos que más me conmueve de su ser: el reconocimiento por la obra del otro.

«Que otros se jacten de lo que han escrito, a mí me enorgullece lo que he leído». 
Jorge Luis Borges.

«Para mí Borges es el lector más importante en la historia de la humanidad». 
Alejandro Vaccaro, (biógrafo). 


Una especie de Quijote

Mi percepción (muy personal) es que a Jorge Luis Borges le hizo falta el fuego abrasador de la pasión. No estoy segura si conoció el amor, a pesar de que se casó en dos oportunidades, la primera por compromiso y la segunda por gratitud. 


Aunque él se decía «enamorado desde siempre de la misma mujer, que era, en todo caso, una mujer diferente cada vez», Borges como «El caballero de la triste figura» se enamoró de sus libros y necesitaba una amada, porque eso dicen los libros, ¿las habrá inventado como el Quijote a Dulcinea? Lo cierto es que él no fue amado las veces que amó, así se lo contó a su segunda esposa, y así lo confesó, aunque muy poco en su obra.

Sus amigos más cercanos identificaron a Estela Canto, una escritora que conoció cuando él tenía 44 años, como a su amada y su musa; de hecho el cuento «El Aleph» fue dedicado a ella. Sin embargo, Canto no pudo corresponderle y se negó a su propuesta de matrimonio. Quizá por ella este tipo de versos:

«Me duele una mujer en todo el cuerpo». 
Jorge Luis Borges


Una especie de Beethoven

Salvando las diferencias, a ambos genios los une una desgracia: sus pasiones están obstaculizadas por sus discapacidades. La sordera de Beethoven fue progresiva e hizo música a pesar de ella. La ceguera de Borges también fue avanzando «como un lento crepúsculo» hasta hacerse total y siguió haciendo literatura cargando su cruz. Ambos crearon: uno en silencio y el otro en una insobornable neblina. 


«La ceguera es una forma de soledad». 
Jorge Luis Borges. 

Según su propio testimonio en su «Conferencia sobre la ceguera» el «patético momento» en que el autor se dio cuenta que ya no podía ver fue cuando lo nombraron director de la Biblioteca Nacional de Argentina, a finales de 1955; entonces lo supo, ya no era capaz de distinguir lomos, contratapas o cubiertas de los libros que tanto amó en su vida. Llegó a morar su concepto de paraíso- una biblioteca- pero ya no lo podía ver. 

«Nadie rebaje a lágrima o reproche 
esta declaración de la maestría de Dios, 
que con magnífica ironía 
me dio a la vez los libros y la noche». 

Jorge Luis Borges.

Los tres Borges.

Tres son las facetas muy marcadas en la vida literaria del autor: la primera como poeta, lector y escritor autónomo. La segunda, (después de su accidente) como autor de cuentos, lector y escritor, aunque ya con muchas dificultades: recurría a otras personas, usaba lupas, se acercaba demasiado a las letras, etc. Y la tercera, es como un autor multidisciplinario, aunque totalmente dependiente en cuanto a la lectura y a la escritura. En esa tercera fase era su madre, Leonor Acevedo, quien le leía los textos que le interesaban a Borges, y sus amigos más cercanos escribían lo que les dictaba, luego de la muerte de su madre (a los 95 años) fue su esposa, María Kodama, quien fue una suerte de asistente para él y quien le leía y escribía lo dictado. 



El Nobel negado 

Jorge Luis Borges fue un permanente candidato al Premio Nobel de Literatura y aquello se repetía año tras año, durante tres décadas. Fue en 1976 en que se filtró su nombre como el virtual ganador del galardón. Sin embargo, ese año el escritor, que por cierto era conservador, recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de Chile, y horas después se reunió con Augusto Pinochet. En un polémico discurso aseguró que en Chile se estaba salvando «la libertad y el orden». Esas sus palabras pesaron como plomo y la Academia Sueca descartó su nombre de inmediato y para siempre; Borges nunca recibiría la máxima distinción literaria. Más tarde el autor se arrepintió públicamente de su discurso y de su posición respecto a las dictaduras, pero no por el negado premio Nobel, sino por haber oído por horas los relatos de los horrores de los regímenes por parte de los torturados y las Madres de Mayo.


Hace no mucho leí una frase que no he logrado encontrar de nuevo, no recuerdo tampoco a su autor, pero al texto decía: «En todo caso, es el Premio Nobel el que no tiene el honor de contar con Borges y no al contrario». Estoy de acuerdo, porque más allá de sus posiciones políticas no se pudo obviar al autor que marcó un antes y un después en la historia de la literatura del siglo XX, y me refiero al realismo mágico. 

Datos

Borges, el de los poemas «ya no es bello el mundo, te han dejado», Borges el de las ficciones que nos obliga a investigar su universo, Borges el lector incansable, Borges el caballero de la ciega figura, nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Fue bibliotecario, profesor, poeta, ensayista, cuentista y traductor. Murió en Suiza a los 86 años a causa de un cáncer pulmonar. No quiso ser enterrado en Argentina para que no se haga un espectáculo de sus despojos. Sus restos reposan en el cementerio Plainpalais de Ginebra- Suiza. Su lápida, como su vida, es todo un universo a descifrar (y descifrado), pero esa es otra historia. 



“He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz”.

Jorge Luis Borges. 




jueves, 2 de diciembre de 2021

La ridícula idea de no volver a verte

Creí que en mi vida había escrito intensas cartas de amor, hasta que leí las de Marie Curie. A Marie la conocemos por sus descubrimientos científicos, sus Nobel (1903-1911) y su semblante de seriedad inquebrantable, pero Rosa Montero nos ofrece un hermoso retrato de la mujer sensible que era dentro de aquellas capas de hierro, o mejor dicho, de radio.
 

Cuando la escritora española Rosa Montero estaba atravesando el duelo por la muerte de su marido Pablo, ocurrida en 2009, llegó a sus manos un brevísimo, pero desgarrador texto. Era el diario que Marie Curie había escrito luego de la muerte de su esposo Pierre, en 1906. Pierre tuvo una muerte intempestiva y violenta (fue aplastado por un coche de caballos), él había sido su esposo, su compañero de investigaciones, el padre de sus hijas, pero sobre todo, su más profundo amor. Aquel día los Curie se despidieron como de costumbre «luego ya sólo te vi muerto», escribe Marie. El cuaderno de duelo que escribe la científica tras el evento es una muestra evidente de que no hay cerebro, por privilegiado que sea, capaz de asimilar, con lógica, la brutalidad de la muerte. 


Con muchas décadas de distancia Rosa Montero también atravesaba su pérdida y de aquel dolor sale este libro que me ha parecido maravilloso. «Este no es un libro sobre duelos, o no solamente», aclara la autora y no se equivoca, Montero ofrece un enriquecedor pantallazo biográfico de Marie Curie, la científica, de Marie Curie, la viuda y de Marie Curie, la amante. En fin, de Marie Curie, la mujer. 


Pero también está ella misma, la autora, y aunque parece resistirse a la autobiografía, están los retazos de su alma en duelo. Montero abarca en su texto la belleza de la vida y la tenacidad de la muerte. Pero también la magia de la convivencia con la pareja, ese amor y esa tolerancia que tenemos a las manías del otro, a la intimidad, al lecho y al cada día. 


Volvamos a Marie. Cuando estaba en segundo de secundaria mi profesor de biología nos increpó con toda seguridad, (aunque con más retorica que otra cosa): «Obviamente, jóvenes, ustedes conocen a Marie Curie», y miró nuestras ignorantes expresiones con desprecio, creo que era lo que esperaba. «¿Ah, no? ¿No la conocen? Bueno, no me sorprende viniendo de ustedes», nos desahució. «Nunca más en su vida se olviden: Marie Curie descubrió, junto a su esposo, el polonio y el radio y fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel». Nunca más lo olvidé, aunque tampoco me quedaron ganas de preguntarle para qué servían el polonio y el radio. 

Lo cierto es que Marie lo descubrió; descubrió la radioactividad y sus investigaciones le dieron un sitio al que, hasta ella, solo tenían acceso los hombres: el mundo científico. De allí que la vemos romper la hegemonía masculina en las fotos de congresos. Y sus colegas la tomaban en serio, Albert Einstein, por ejemplo, no solo era uno de ellos, sino que también era su amigo y la admiraba, como bien lo cuenta Montero.


Pero el libro de Rosa Montero tampoco se trata de las hazañas científicas de Curie «o no solamente», como diría ella misma. Yo diría que es un libro que se trata de pasiones, de vocaciones, de amores, de duelos, de amistades, de maternidad y de ese indefinido rol de la mujer en el trascurso de la historia. 

«La ridícula idea de no volver a verte» es un libro conmovedor, que más de una vez me arrancó lágrimas, y me hizo pensar que el amor y el duelo siempre duelen lo mismo a pesar de los siglos, las historias, las mentes y los corazones. Hay algo en la muerte que nos convoca a todos y hay algo en el duelo que también nos hace uniformes de alguna manera. 


Como no estoy demasiado acostumbrada a la literatura reciente, y suelo recaer más en los clásicos, vi con mucha satisfacción y sorpresa los pasos que la literatura intenta dar a la par de la tecnología. Ya que nos hemos vuelto seres mucho más visuales el libro contiene fotos para ilustrar las narraciones y los aspectos de los personajes; y como es sabido, una imagen habla más que mil palabras. También me sorprendí al ver que varias expresiones tenían añadidas etiquetas («hashtags»), son sin dudas #NuevasFormasDeEscribir.

Rosa Montero nació en Madrid, España, el 3 de enero de 1951. Es escritora y periodista. Es autora de 17 novelas y recibió al menos 25 premios, entre los que se destacan el Premio Mundo de Entrevistas, de 1978 y el Premio Nacional de Letras Españolas en 2017. Reconocimientos merecidos.  




Cometas en el cielo

«Afganistán, un lugar. Un lugar en alguna parte del mundo. Algo terrible pasa ahí. Y pasa desde hace mucho tiempo, ¿no?».  IMAGEN: AMBER CLA...