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jueves, 14 de julio de 2022

Cometas en el cielo

«Afganistán, un lugar. Un lugar en alguna parte del mundo. Algo terrible pasa ahí. Y pasa desde hace mucho tiempo, ¿no?». 

IMAGEN: AMBER CLAY

Afganistán es sinónimo de represión, pobreza y hambre, pero como un concepto genérico en el imaginario colectivo. Algunas cifras, uno que otro dato que flota ya sin ser escuchado, una imagen de televisión de mujeres extremamente cubiertas, niños de mirada triste y niñas con cabeza gacha; eso es todo y nos hemos acostumbrado.

IMAGEN:WIKILMAGES

Una persona será solo un número hasta que alguien le ponga nombre, rostro y cuente de ella una historia y es eso es precisamente lo que hizo el médico y escritor afgano Khaled Hosseini quién logró denunciar, en una conmovedora obra, los horrores talibanes cometidos en esa nación. «Cometas en el Cielo» es un libro que se lee bebiendo pequeños sorbos, pero no de café, como el ideal de la lectura parece invitar, sino que se lo lee a sorbos de lágrimas saladas que inundan sin querer. 

IMAGEN: AMBER CLAY

A través de sus protagonistas, el autor hace un recorrido por Afganistán, desde la Monarquía que en los años 60 liberó a las mujeres de llevar velo y burka, hasta la irrupción soviética en 1979 y luego la toma del poder por parte de los talibanes durante la década de 1990. Un régimen fundamentalista que instituyó, entre otras normas, las lapidaciones públicas para «pecadores y adúlteros» y volvió a cubrir a las mujeres de la cabeza a los pies. 

En la obra son dos niños, Hassan y Amir, los que representan las dos caras afganas: una, de los que pudieron huir a tiempo y la otra, de los que se quedaron y fueron víctimas de todo tipo de vejámenes. 

El contraste entre la crudeza de la obra y la sensibilidad del autor obligan al lector a reflexionar sobre aquel lugar en el mundo y, en especial, sobre las personas que lo habitan. 

IMAGEN: DAVID MARK

«Cometas en el cielo» es un libro que hiere, pero que también interpela sobre el «mirar hacía otro lado». Esta fue la primera obra publicada por Hosseini, en 2003, y se convirtió rápidamente en un Best seller con más de 24 millones de ejemplares vendidos en 48 países y traducidos en 55 idiomas. Gran parte del dinero recaudado por estas ventas permitió al autor financiar proyectos de ayuda para familias afganas en extrema pobreza. 

Pero no es suficiente; el Afganistán del libro de Hosseini no ha cambiado demasiado respecto al Afganistán de hoy. La intervención americana en ese país, luego del atentado del 11 de septiembre, parecía anunciar el fin del régimen Talibán, sin embargo, retiradas las tropas americanas en 2021 (que igualmente fueron mordaces con sus ataques a civiles), los Talibanes han vuelto a comandar en el apabullado país. 

IMAGEN: AMBER CLAY 

En el reportaje: «Afganistán: en el corazón del emirato talibán» realizado por FRANCE 24 se puede observar la actualidad de esa nación. Las mujeres ya no son dignas de mostrar ni siquiera los ojos, los niños son vendidos a precios de gallinas y las niñas tienen escaso acceso a la educación. 

IMAGEN: AMBER CLAY 

En un vídeo grabado para ACNUR, durante el «Día del refugiado» en 2014, Khaled Hosseini hace un llamado a sus compatriotas, en especial a escritores, para que se siga denunciando por todos los medios posibles la realidad en la que viven las familias afganas con el fin de despertar más conciencias en el mundo ante la crisis humanitaria en la que está sumido este país desde hace más de cuatro décadas de infancias rotas.  


En cuanto al libro se refiere, puedo decir que es una obra escrita con mucha fluidez. Es un libro que te atrapa y, como he dicho antes, te abre el grifo del alma y te cuestiona. Tengo algunas observaciones argumentativas, pero que sin embargo, puedo  pasar por alto por el enorme efecto que tiene la obra.  Este es uno de esos libros que te marcan un antes y un después en la vida. En lo personal, siento que no volveré a mirar a Afganistán con los mismos ojos nunca jamás en mis días. Siento también que no me repondré fácilmente de la mirada de los niños afganos que por ahora la tengo atravesada. 

«Cometas en el cielo» fue, en 2007, adaptada a la pantalla grande con el nombre: «The kite runner» y reflejada de una forma tan conmovedora como el libro mismo. La producción del film fue puesta a consideración del autor en todo momento por decisión del director Marc Forster para que sea lo más fiel posible al texto. Los papeles fueron protagonizados por niños afganos para evitar, en palabras de Forster «caer en el absurdo de que sean niños americanos que hablaban inglés» los que representen la historia afgana. 

Khaled Hosseini nació en Kabul, Afganistán el 4 de marzo de 1965. Es médico, activista y escritor. En 2006 fue declarado «Embajador de la buena voluntad» por la ACNUR. Su obra abarca otros títulos como «Mil soles espléndidos», «Y las montañas hablaron» y «Súplica a la mar». 


«En Afganistán hay muchos niños, pero poca niñez».

Khaled Hosseini 


IMAGEN: AMBER CLAY 


Mis agradecimientos a Daniel Veizaga por haberme sugerido este libro. 


miércoles, 29 de junio de 2022

Fausto

Fausto, la obra más importante de Johann Wolfgang Von Goethe, fue el producto de casi toda una vida de creación y escritura para el autor. Goethe empezó a gestar su drama en 1772 (cuando tenía 23 años); publicó la primera parte en 1808 (a los 36 años) y concluyó la segunda parte a los 83. De hecho, esa segunda parte (hoy incluida en el libro) fue publicada de manera póstuma. 

Evidentemente esa distancia temporal es bastante clara en el estilo del autor. La primera y la segunda parte de Fausto poco tienen que ver entre sí. 

Es un libro difícil. Mucho más ligero en su primera parte, que tiene dos ejes importantes: el trato del protagonista con el mal, punto desde donde parte todo el drama, y su romance con Margarita.

La segunda parte es mucho más compleja, se aleja del romance y se acerca mucho más a la mitología para explicar al hombre. Abundan en esta parte de la obra de Goethe seres mágicos como sirenas, ninfas, ángeles y demonios. Margarita aparece una sola vez. 

Sin embargo, más allá de la dificultad de este libro, es posible disfrutarlo y es posible si el lector le presta los cinco sentidos a cada palabra del autor. 

La característica de Fausto es que es presentada como una extensa poesía y para leer poesía no basta con atender todo un párrafo conjunto, sino que la poesía exige la comprensión de cada palabra y quizá por eso es un libro que demanda a un lector activo. Detalle no inadvertido para Goethe que sentencia en esta misma obra:

«No todos los oídos son sensibles a cada una de las palabras». Con ello el autor parece decir que estaba al tanto de que su obra no era para todos, sino para públicos con cierta sensibilidad ante (precisamente) la palabra. 


Una musa apagada: 

Entre el Goethe que escribió la primera parte de su Fausto y el que escribió la segunda hay, según se entiende, una pérdida muy seria (o muchas) en su vida. Así lo hace saber en una de las introducciones mejor logradas que pude leer: 

«Me traéis imágenes de días felices, y algunas sombras queridas se alzan. Como a una vieja leyenda casi olvidada, os acompañan el primer amor y la amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender el errático y laberíntico camino de la vida y pronuncia el nombre de aquellas nobles personas que, engañadas por la esperanza de días de felicidad, han desaparecido antes que yo.

Las almas a las que canté por primera vez ya no escucharán estos cantos (...)».

Lo cierto es que para leer a Goethe hay que tener cierta disposición, silencio en la casa y apertura en la mente. 

Johann Wolfgang Von Goethe nació en Frankfurt, Alemania, el 28 de agosto de 1749. Fue poeta, dramaturgo, historiador, científico y político. Goethe es para la cultura alemana lo que Alighieri lo es para la italiana o Cervantes para la hispana, es decir, es una pieza fundamental en la lengua y el conocimiento de su pueblo y por lo tanto, inevitable en la literatura universal. Goethe Murió el 22 de marzo de 1832.

«Eres, al fin y al cabo, lo que eres. Aunque te pongas una peluca con miles de rizos, aunque te pongas tacones de un codo de altura, seguirás siendo lo que eres».

Goethe. 

miércoles, 30 de marzo de 2022

Mujercitas

Para hablar de «Mujercitas» habría que empezar por su título, que de por sí sopla en la novela un viento cursi, aunque debemos decir que el diminutivo viene de esa terrible costumbre nuestra, los hispanohablantes, de decirlo todo en chiquito, así como para sonar menos toscos. Por lo tanto, aquello no es responsabilidad de la autora, quien tituló su obra como «Little Women», es decir: «Pequeñas mujeres».


Es muy complicado reseñar una obra de hace dos siglos en nuestros días; y lo es, porque pertenecemos a una generación de sensores y censores. Tenemos una especial habilidad, o eso creemos, para «captar ideas retrógradas» que no tardamos en etiquetar y defenestrar lo creado antes de nosotros. Sobre «Mujercitas», por ejemplo, la crítica más frecuente que he leído es que es un libro «altamente machista» y pienso que hoy más de uno la cercenaría (como ya lo hicieron con esta misma obra en 1880) o de hasta quizá la retiraría. 

«Es siempre más sencillo cancelar lo que no se entiende que tratar de entenderlo», decía hace poco el escritor español Arturo Pérez-Reverte y me parece que este es uno de los casos. «Mujercitas» fue un libro gestado en una época en que los hombres partían a la guerra y las mujeres cosían y hacían pan, así que creo que estos aspectos impresos en la obra son el reflejo de la sociedad americana durante el siglo XIX, y no es que nos vamos a escandalizar, dos siglos más tarde, por la realidad de entonces. ¿Qué dirán de nosotros de aquí a dos siglos?

Por supuesto que la obra tiene defectos, pero que antes sus fueron virtudes; entre ellos, la falta de personajes grises, la madre es sabia, el padre es comprensivo, las hijas hacendosas, los vecinos amables... Casi casi me animaría a decir que hay más maldad en «La pequeña casa en la pradera» que en «Mujercitas». Tal vez la explicación esté en que era una libro escrito para adolescentes; sin embargo, al mismo tiempo hay un elemento, para sus días, revolucionario. Si bien la autora puso a bordar a las pequeñas mujeres, «como era debido», también las hace irrumpir en mundos reservados en su mayoría para hombres: las artes.

Las protagonistas de la historia son cuatro hermanas: Meg, Jo, Amy y Beth. La primera, Meg, es quizá la única de las hermanas con más vocación doméstica que artística, aunque se inclinaba por el teatro. La segunda hermana, Jo, era escritora (y ya sabemos todo lo que Virginia Woolf investigó sobre las penurias que pasaba una mujer que quisiera escribir). Amy es pintora y escultora y Beth es pianista. Se lee fácil, a nadie impresiona, y no resulta un mérito, claro que no, si miramos con nuestra soberbia mirada de hoy, pero a las mujeres de antes les debemos todo aquello que hoy nos parece tan irrelevante y damos por descontado, como mi derecho, por ejemplo, a estar escribiendo estas líneas. 


«Mujercitas» fue una novela escrita durante la Guerra de la Secesión de 1865. Fue publicada en dos partes. En la primera (1968) las protagonistas son niñas que atraviesan los psicodramas de todos aquellos que crecen con hermanos (peleas, carencias, juegos, etc.). Toda la nostalgia que embarga a la autora por esa niñez perdida, que tan bien parece recordar, y recordar siempre es quitar un poco los defectos, es sin duda su punto fuerte. La secuela llegó un año después en la que se percibe claramente la madurez de la autora que expone a sus personajes a imperfecciones, desamores y muerte (hoy todos los ejemplares de «Mujercitas» incluyen las dos partes ya en extenso y sin censuras).

Para mí, Louisa May Alcott, la autora, no era machista, no lo creo, porque más bien, y me parece que, sin quererlo, sus personajes masculinos tienden a estar casi disueltos en su obra que, por ejemplo, casi ignora al padre a pesar de su paso por la guerra; pero sí creo que fue una mujer construida con los estándares de entonces: tiende a moralizar y sermonear de cuando en cuando a través de sus personajes, ese me parece el punto más flaco de la obra. El libro carece de puntos de reflexión filosófica y abunda en algunas pautas del buen comportamiento (no solo para las mujeres), supongo, como he dicho antes, por el público joven que fue elegido como lector.


Hay un mérito que no se le puede quitar a Alcott y es que su personaje principal, Jo, que vendría a ser su alter ego, representa a la mujer que se rebela contra los estándares de la sociedad de su época: no es femenina, no le gustan los vestidos, es amiga de los chicos y detesta la idea del matrimonio como una realización (todo un desafío tomando en cuenta que en aquellos años el matrimonio era la finalidad existencial y moral de toda mujer). Es más, a pesar de que este detalle no aparece en la obra, no fue el padre de la autora quien participó en la guerra, sino fue ella misma quien hizo maletas y partió hacia el conflicto para curar a los heridos.

«Mujercitas» es una obra con gran contenido autobiográfico. La familia protagonista, los March, está igualmente compuesta que la familia real de la autora: padre, madre y cuatro hermanas. Cambian algunos aspectos en los que la autora optó por la ficción: la más sustancial diferencia entre ella y el personaje que la representa está justamente al final de la obra.

Louisa May Alcott nació en Pensilvania, Estados Unidos, el 29 de noviembre de 1832. Dedicó su vida a la creación literaria. A pesar de que «Mujercitas» se convirtió en su título más popular, fue una prolífica escritora, cuya obra abarca más de 40 títulos. Alcott murió el 6 de marzo de 1888, a los 55 años, en Boston, víctima de un accidente cerebrovascular.


«Mujercitas» es una de las obras que más veces fue adaptada a la pantalla grande y chica (cuenta con al menos 12 versiones audiovisuales). La primera vez fue 1918 (durante el cine mudo) y la más reciente fue estrenada en 2019 (hoy disponible en Netflix). Definitivamente y más allá de toda crítica «Mujercitas» es una obra a prueba de tiempo y formatos. Estuvo tan presente en el periodo silente del cine, como lo está en la era del streaming, mientras que las imprentas aún estampan miles de ejemplares del libro.



Cometas en el cielo

«Afganistán, un lugar. Un lugar en alguna parte del mundo. Algo terrible pasa ahí. Y pasa desde hace mucho tiempo, ¿no?».  IMAGEN: AMBER CLA...