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domingo, 17 de enero de 2021

Kafka en la orilla

 


«Quiero que te acuerdes de mí. Si tú me recuerdas no me importará que el resto del mundo me olvide». 

Leí está frase, y me pareció un todo. Me tocó. Busqué a su dueño, era Haruki Murakami. Un aclamado autor japonés a quien llaman «el eterno candidato al premio Nobel». Sí, es que el escritor fue postulado durante los últimos años a la máxima mención de la literatura, pero esa hazaña, hacerse con el premio, es una obra que el autor nipón no logra concluir.  

Después de leer aquel fragmento supe que había llegado el momento de entrar al mundo Murakamiano del que había escuchado mucho. Sabía que su obra abundaba en ficción, cultura y el paralelo mundo onírico.

El libro llegó empacado, envuelto en papel color gris. En la portada, los ojos verdes de un gato y, a pesar de sus más de 700 páginas era ligero. «El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como papel ecológico, gestionado de manera sostenible», presumían los editores en la primera página. 

No me pareció extraño que se usase material «respetuoso». Por esteriotipo, o por lo que fuera, a mí no me sacaban de la cabeza que los japoneses son unos tipos respetuosos, serenos, cuidadosos y en fin una cultura que me gustaría respirar ¿y qué mejor que husmear en su literatura? Ahora sé que son tan humanos como todos.

Recorrí la obra con tres momentos muy marcados. Al inicio sentía que me llevaba a otro lugar apartado de todo. A otro mundo, un lugar que no sé dónde es, y que no conocía, pero era un gran lugar para estar. Un segundo momento se llamó perturbación... En cierto punto la obra me ha impactado y hasta puedo decir que ha herido mi sensibilidad, tuve la tentación de saltar algunas páginas, pero me llamé al coraje. Y el tercero, fue una profunda voluntad de desenredar los hilos y llegar a la resolución del entreviero. En resumen me produjo emoción, conmoción y hasta ansia, pero me enganchó. 

No quiero, sin embargo, decir que este sea un libro pesado ni una obra mal lograda, no me permitiría. Murakami no dejó ni un cabo suelto. Cuando parece incurrir en alguna incoherencia o contradicción sale al paso a explicar inmediatamente las razones de su planteamiento. 

«Kafka en la orilla» es un libro que narra dos historias paralelas y a la vez entrelazadas. Un joven quinceañero, voraz lector, que escapa de casa y un hombre cercano a los setenta que no sabe leer. Ambos se ven involucrados en un terrible hecho que de alguna manera los une. 

Los matices de la obra son crudos. Sangre, incesto y violencia, son algunas de las escenas narradas, quizá de forma demasiado explícita para mi gusto. En contraposición, el título cuenta con un gran aporte cultural a partir de datos sobre literatura, música, historia y un breve paseo por las costumbres japonesas, pero sobre todo, es un texto entretejido en las entrañas del amor, los recuerdos y la muerte. 

Pienso que este libro es perfecto para los amantes de la novela negra, un poco más difícil de digerir para mí que me inclino por lo clásico. Y a pesar de ello, muchas páginas tocaron las fibras de mi corazón. «Kafka en la orilla» es un gran libro, al que (metafóricamente) le arrancaría un par de hojas para que fuese perfectamente mío.

Por su estilo prolijo y sus frases cortopunzantes, creo que Murakami y yo nos merecemos un reencuentro y por ello, ayer recibí un libro empacado con papel sábana y una cuerdita café, el título: Tokio Blues, autor: Haruki Murakami... Permanecerá en mi estante de libros pendientes hasta que me recupere de la brutal pluma del autor. 



Claudia Campanini. 


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«Afganistán, un lugar. Un lugar en alguna parte del mundo. Algo terrible pasa ahí. Y pasa desde hace mucho tiempo, ¿no?».  IMAGEN: AMBER CLA...